miércoles, 25 de septiembre de 2013

GENERACIÓN GEEK

                                  APRENDICES FUERA DE LÍNEA              por Leo Chubelich

Dos vendedores de Atlanta, de esos que memorizan el nombre de la hija de su cliente para privilegiar con calidez el vínculo y así poder concretar la venta, se quedan sin trabajo, sin empresa, se convierten en herramientas oxidadas de ese intercambio negocial de la " vieja escuela ", orientado a crear lazos inmediatos con el comprador, y deciden ( mediante algunas añagazas que favorezcan la inserción ) probar suerte en Google, en Silicon Valley, en una pasantía, que no resulta otra cosa que una competencia salvaje y desventajosa con otra gente, más joven e infinitamente mejor preparada. A partir de esos elementos claros, transparentes, bien delineados, se arma ' Aprendices fuera de línea ', la última película del tándem Owen Wilson/ Vince Vaughn.
La película es una celebración de Google y de sus posibilidades operativas, de sus ideas, de los mecanismos de captación masiva del usuario " online " y del escéptico " offline ", de su funcionamiento inserto en la cotidianidad, tanto puertas adentro como puertas afuera. Desconozco cómo se trabaja en la empresa, pero uno cree que en tales ámbitos, la presión ha de ser una carga pendiente como espada de Damocles. Nada de eso acontece en "Aprendices fuera de línea ", empeñada por mostrarnos un mundo de colores chillones, altruísta e ideal.
Todos los estereotipos posibles son usados afanosamente: la interna atractiva y ' workaholic ' y desprovista de vida social; el jefe severo pero justo y de buen corazón; el nerd que no conoce de infatuaciones a la hora de arrimársele a la chica más hot del barrio; el villano egoísta y utilitarista, ninguneador y pedante, dispuesto a cualquier cosa para quedarse con la pasantía. El film no retrata, aún dentro de los cánones de la comedia y asumido desde esa perspectiva, innovación con innovación, originalidad con -al menos- la búsqueda de otra originalidad formal ( los módulos para la siesta no alcanzan para hacer plausible alguna sorpresa ), sino que se contenta con enhebrar las vicisitudes de sus dos protagonistas, un manual de pequeñas derrotas y " grandes éxitos " que ineludiblemente llevan a la superación.
 
Algunos buenos chistes, un elenco cómico excelente y la confianza en un mundo mejor gracias a la democratización aperturista e iluminada de la tecnología, no alcanzan. Claro, el director es Shawn Levy, un mediocre probado en bodrios execrables como " Más barato por docena " y " La pantera Rosa " con Steve Martin y Beyoncé, y responsable de lastrarse el paquete con su inimitable inanidad a la hora de la puesta en escena. Cuando creíamos que nadie podía filmar un partido de Quidditch tan horrendo como el de " Harry Potter y la piedra filosofal " aparece este tipo y entrega algo peor, tan desprovisto de nervio que hace que la larga secuencia de la primera del niño mago parezca la Rollerball del 75' en comparación. Ni hablar del trazo grueso de todo aquel personaje destinado al secundario, absurdamente sacrificado ' pour la gallerie ' . Es decir, giros o ideas con un alto porcentaje de demagogia, y nada más.
Si " Aprendices fuera de línea " funciona moderadamente es porque Owen Wilson y Vince Vaughn son dos cracks humorísticos que saben de qué va la complementación y el humor inteligente ( recordemos que Vaughn es además escritor del guión ), porque papeles secundarios están jugados con grandeza en pocos minutos ( al respecto, resulta capital la aparición de Will Ferrell, incendiario y claramente ubicado en la pole position de este bodoque ), porque la subtrama romántica entre Wilson y Rose Byrne es creible desde la espontaneidad de los actores ( la cena en el restaurant me sacudió profundamente la abulia ) y porque hay una tradición en la comedia, claramente identificada con lo políticamente incorrecto y alejada de las aguas del cálculo, que ni el mismísimo Levy puede destruir con tanta torpeza.

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