lunes, 18 de marzo de 2013

NADIE SE ATREVA A TOCAR A MI VIEJA

                         MAMA                 por Leo Chubelich

Apremiado por un contexto económico desfavorable, un hombre mata a su esposa y planea hacer lo mismo con sus dos pequeñas hijas, las hermanas Victoria y Lillly, a las cuáles lleva a una cabaña sórdida en medio de un bosque para cumplir con su cometido macabro y suicidarse, pero una presencia sobrenatural se lo impide y las niñas desaparecen de la escena misteriosamente. Tiempo después, cinco años para ser exactos, el tío sigue dilapidando recursos y dinero en la búsqueda. Hasta que, naturalmente, las chicas aparecen en estado salvaje e infrahumano. Luego de una ardua batalla judicial por la tenencia de las menores, ambas se van a vivir con el tío y su novia ( una extraordinaria Jessica Chastain, de pelo renegrido y actitud de bajista punk ), quienes deberán asumir la tarea de reeducarlas y readaptarlas socialmente. Claro está, las hermanitas han traído algo consigo que las domina, atemoriza, condiciona y trastorna: un personaje fantasmal que ejerce un férreo matriarcado sobre el botín infantil. El punto de partida de " Mama ", la película del argentino Andrés Muschietti, luce bastante absurdo, pero en los veinte minutos iniciales de metraje hay vocación por el manejo del fuera de campo ( el ABC de cualquier film de terror que se precie de serlo ) y una ominosa atmósfera trabajada a partir de la sustracción, de la oscuridad como centro nodal del cuento gótico. La equiparación de las hermanas a bestias cuadrúpedas como resultante del cautiverio salvaje y la compleja restauración de la sociabilidad y los lazos familiares liberan a la película de la cerrazón ridícula del guión y la motorizan al afán juguetón, al puro juego, alumbrando los mejores climas para el espectador y poniendo blanco sobre negro. Muschietti trabaja bien el miedo a partir de los estados alterados de las criaturas, reforzando en el núcleo del relato la inseguridad y la duda respecto del vínculo menores / adultos. En ese segmento, liberado de la lógica llena de costuras del guión, la película respira. Y todo fluye sin la presencia siniestra de la madre fantasmática, escamoteada hábilmente y concebida desde la invisibilidad subyacente y cierta. " Mama " , tal como indica esa placa inicial que reza " Había una vez ", es un cuento de hadas. Y como todo cuento presenta características implacables a considerar: la primera es que transcurre en un universo similar al del sueño, donde cualquier cosa es posible. La segunda es que narra la disolución de la inocencia o su triunfo en un mundo donde ha desaparecido. Muschietti, consciente de ello, maneja los climas con la iconografía mágica del cuento, y un buen ejemplo de ello es la montaña de carozos de las cerezas del inicio; sabe como gambetear los lugares comunes del género con una cámara virtuosa y maquillar los baches narrativos ( recordemos que este largometraje es la conquista extendida de ese corto que motivó que Guillermo del Toro confiase en sus servicios para esta producción ), agregando densidad dramática a través de la psicología de los personajes, la dinámica infantil y las cuestiones relacionadas con el aprendizaje de hacerse madre a los golpes. Porque " Mama " trata en el fondo sobre el derecho atávico de ser madre, aunque se trate de dos madres putativas puestas en el centro de la escena y disputándose la maternidad: una furibunda, alma en pena cruelmente extirpada de su condición biológica de gestante, que reclama a las crías mantenidas durante cinco largos años como modo de interpelar un dolor primario y la otra, obligada por las circunstancias de la orfandad, pero resuelta a construir esa identidad e imponer la ley que la ausencia del padre -desaparecido durante gran parte de la trama - veta. Porque la película de Muschietti es una película femenina, una pulseada amorosa ( cada una en ese darse dando del amor a su manera ) hasta el final y sin orden rector paterno. Claro, para que las cosas se desarrollen convincentemente hay tres topadoras todoterreno: Jessica Chastain, animal cinematográfico puro que se devora el cuadro con una interpretación arrolladora: contenida y llena de permisividad al principio cuando se ve presionada por el contexto a jugar a la madraza que nunca deseó ser, y desesperada en los tramos finales cuando la abducción es un mano a mano con la mismísima muerte, y las protagonistas infantiles Isabelle Nélisse y Megan Charpentier, perturbadoras y vulnerables por igual, pura inocencia magullada de niñez expósita. Ellas, sólo las mujeres, son las responsables de que " Mama " no se desmorone en la oquedad de un guión precario, apenas desembozado como anécdota. Una madre que llama al hijo siempre es un milagro, permítanme la sensiblería. L. C.

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