jueves, 14 de marzo de 2013

...Y TU AMOR MI ENFERMEDAD

ANTIVIRAL  Por Leo Chubelich
 
La premisa argumental es así: en un tiempo distópico, laboratorios corporativos ofrecen a los fanáticos la posibilidad de adquirir las enfermedades que padecen sus celebridades favoritas a los fines de sufrirlas, inoculación mediante, en carne propia. Syd March, su protagonista, es un técnico laboratorista que trafica algunos virus en su propio cuerpo a fin de venderlos en el mercado negro, pero cuando se contagia una nueva enfermedad no testeada, su negocio deviene pesadilla de supervivencia. La película de marras es " Antiviral " y presenta un plus: es el primer opus cinematográfico de Brandon Cronenberg. Y hay que decir que Brandon se aprendió al dedillo las mañas de su progenitor, especialmente las relacionadas con la producción fílmica más perturbadora de papá David, aquella preñada de delirios más cientificistas ( léase Existenz ) y menos mainstream de este presente. Debo agregar que el padre de Brandon es nada más y nada menos que el gran David Cronenberg?
Hechas las presentaciones de rigor, " Antiviral " ofrece interiores asépticos e impolutos ( esa abominable blancura hospitalaria que es leit motiv de indiferenciación generalizada en toda la película ), hi tech en monocromo que concilia pánico y atracción erótica suicida hacia la autodestrucción por imperativo de la fama ( la fama es, en términos del film, una gracia antojadiza que no reviste ninguna de las particularidades del talento: se es famoso o no, y en ese dictamen tiene especial incidencia la prensa rosa ), prescindencia de las emociones primarias en un tejido social desafectado de todo nervio sentimental y un protagonista ( Caleb Landry Jones ) andrógino, viral, anémico, que es descenso patológico y afán de aferrarse a las urgencias de la vida, pulseada entre lo cadavérico y lo vital, que lleva a la película por subtramas conspirativas menos interesantes. Es en la figura de su protagonista donde " Antiviral " se agiganta: ver su degradación física desde los primeros instantes, esas conversaciones maquinales que son dialecto de alusiones de pandemias conspicuas con otros empleados de la empresa, lo cual refiere inmediatamente a los favoritismos monotemáticos de una intelectualidad enferma, y los tramos finales donde el derrumbe se hace inminente y la trama se enrosca, volviéndose submundo delincuencial de explotación, concilia el espanto. En " Antiviral " no hay presencia del aparato represor del estado; a no ser por una discusión televisiva acerca de las implicancias morales del accionar de los laboratorios, cada palabra, cada hecho y cada acción es significante de la impunidad empresarial. El límite difuso entre la legalidad y lo delictivo se corre totalmente cuando la película se adentra en la clandestinidad de las redes mafiosas paralelas, empeñadas en las ganancias lucrativas y en el borramiento de todo sesgo humano, un poco más allá de las compañías oficiales. Todo es farmacéutica de la enfermedad, como esos bistecs de células célebres cultivadas que permiten a los consumidores devorarse a sus artistas predilectos. El film de Brandon Cronenberg es confuso en varios tramos, se pierde en primerísimos planos de agujas horadando la carne en la búsqueda de un gore qualité ( si es que ello pudiese existir ) y parece un borrador de ese conceptualismo quirúrgico llevado a la práctica tan eficientemente por papá David, pero en el vía crucis de Syd March, sus propósitos de hacer dinero pateando el tablero del grupo de pertenencia empresarial y la fascinación morbosa por los objetos de deseo y consumo de la sociedad, la posterior caída y el renacimiento ( otra carnadura del cadáver normalizado del inicio ) ejecutivo en la competencia; en la belleza enferma de los tulipanes rayados y en el endiosamiento de las celebridades gélidas como altivas estatuarias, distantes y militantes de la oquedad; incluso en sus imperfecciones y rémora narrativa, deja bien sentado el desafío de incomodar al espectador. Habrá que ver ahora si Brandon puede despegarse de las marcas autorales de don David, cuyo fantasma de " remedio sin receta y tu amor mi enfermedad " recorre la película sin pudor y disimulo. Si Brandon Cronenberg es un cineasta a ser considerado a futuro ( o si se queda en ese lote de hijos viviendo autoralmente a la sombra de sus padres, como sucede con Jennifer Lynch, siempre unos peldaños por debajo del gran David Lynch ) es un misterio cifrado en la próxima obra, esa que está por venir.

 




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