martes, 18 de septiembre de 2012

Mi nena es un "dibbuk"

                              Posesión satánica          Por Leo Chubelich

 
 
Otra más de exorcismos, rituales de purificación y sacerdotes. La respuesta pavloviana que aparece, confortable y fácil, es "El exorcista", pero hablar de la película de William Friedkin, canónica por donde se la mire, es como asociar a Strauss, pinino de la melodía previsible, a todo casamiento. Ahora es el turno de "Posesión satánica" en la que Clyde, un entrenador de basquet en pleno proceso de divorcio, concurre con Em y Hannah, sus dos hijas adolescentes, a una venta de garage donde hay una caja que llama la atención de Em. El hombre compra la caja y la misma va a parar a su domicilio, donde las chicas pasan los fines de semana junto al progenitor. Está claro que en la caja hay un espíritu que quiere vivir y que se irá apoderando paulatinamente de la chica. La salvedad es que en esta oportunidad no estamos en presencia del Lucifer católico, sino de un "dibbuk" o espectro maligno judío, lo que después justificará la aparición de un exorcista interpretado por el cantante Matisyahu, elemento éste que conforma, tal vez, lo más débil de la trama.
"Posesión satánica" está presentada por el gran Sam Raimi y dirigida por el director Ole Bornedal, quien ya había trabajado en EEUU en la menos conocida "La sombra de la noche", y presenta el repertorio de "greatest hits" de ojos desorbitados, vómitos, extremidades en ángulos imposibles y rostros constipados más malos que las hienas malas. Sin embargo, a diferencia de otros exponentes del género que hacen foco en la posesión, hay una enorme voluntad por mostrar la incidencia de este cuadro disruptivo y asombroso en las relaciones familiares, fragmentadas y acusadas de enorme deterioro por la situación de divorcio que sobrevuela tangencialmente la película. Bornedal filma bien, nunca se deja arrastrar por las convenciones del género (la virtuosa secuencia de la nena poseída en la cocina, transfigurándose en otra cosa pero atenuando la metamorfosis a través del filtro distorsivo de un frasco, por caso), elige locaciones que instilan inquietud y sabe dónde poner la cámara en su afán de salirse de los lugares comunes, pero su película nunca abandona su lógica de " drama familiar " en el que se trasfunden elementos del cine de terror. Si ustedes me preguntan qué le falta a "Posesión satánica" para salir de la media de tanta película similar, mi respuesta sería que hubiera sido preferible revolcarse más en el barro, entregarse sin remilgos a una mejor utilización del fuera de campo (indispensable en esto de convocar al espanto sin mostración) y aceitar las clavijas del "timing" inmersivo. Pero no, Bornedal elige la ruptura de pareja y sus consecuencias en el tejido familiar, como si pretendiera amalgamar Bergman con - nuevamente el albur de la referencia - El exorcista. Y todos sabemos que la tragedia emocional de esta familia, que incluye nueva pareja de la madre interpretada por Kyra Sedgwick, es demasiado elemental como para pensar que hubiera sido de la atención del autor de Persona. Una pena para Natasha Calis, que realmente mete miedo con su interpretación, que ni Raimi ni Bornedal hayan confiado del todo en tanto potencial. L.C.

TRAILER - POSESION SATANICA

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