lunes, 15 de octubre de 2012

PASEO HACIA LA INCERTIDUMBRE

COSMÓPOLIS
 
Basada en la novela de Don De Lillo, " Cosmópolis " es el regreso al cine del notable David Cronenberg. El que fue y el que es, ya que se podría decir, y a juzgar por los resultados , que ha vuelto decididamente ese canadiense más intranquilizador de hace una década. Aclaro que, a mi entender, nunca se fue, pero aquí su cine, que es constante crisálida de transformación, abandona ese costado más accesible para el espectador promedio que venía trajinando desde " Una historia violenta ", para retomar, estilísticamente, algunas obsesiones de su producción anterior, que incluyen, naturalmente y como era dable esperar, alguna retorcida incursión anal, proverbial marca del orillo de épocas anteriores. La novela de De Lillo, famosa por sus abismos psicológicos y su densidad del pensamiento, le permite al canadiense naturalizar, una vez más y de cara al nuevo milenio, la idea de una humanidad no demasiado sana por el efecto que nos produce la alienación cotidiana asimilada como signo de vida, algo que el director ya venía mostrando desde " Spider " hasta este presente. " Cosmópolis " es un viaje de veinticuatro horas y embebido en lisergia que tiene como protagonista a Eric Packer, un exitoso hombre de negocios que con veintiocho años goza del prestigio de una fortuna incalculable, y que sin embargo es incapaz de evitar que su realidad financiera se derrumbe mientras recorre una convulsionada Manhattan, en una limusina blanca y circundado de guardaespaldas, con un único objetivo: asistir a la peluquería. Para ello, Eric se ha encerrado en un vehículo diseñado para impedir el influjo del mundo exterior, una burbuja parida por tecnología de punta que sólo permite establecer contacto con el acabóse financiero que gradualmente va gestándose frente a sus narices. Allí dentro, Packer habrá de ignorar las protestas de un grupo de militantes anarquistas, que como el movimiento de los recientes indignados, es la puesta en abismo del sistema capitalista, consultará a su nerd de confianza ( Jay Baruchel ) y a su gurú de finanzas ( Emily Hampshire ), se someterá a un examen de próstata, tendrá sexo con una prostitura encarnada por Juliette Binoche, y también protagonizará salidas puntuales para reunirse con su esposa ( Sarah Gadon ) o con un ex empleado furibundo, en los tramos finales, jugado por Paul Giamatti. " Cosmópolis " está regada de conversaciones desquiciadas, digresivas, pura superficie pulida de cualquier componente que merezca ser llamado humano. Como sucedía en " Psicópata americano ", basada en un libro de Brett Easton Ellis y dirigida por Mary Harron, la microbiologia del poder de estos seres está impregnada de esterilidad y de una carencia total de motivación, pura frialdad desembarazada de todo carácter afectivo que no habrá de ceder siquiera en esos momentos turbulentos en que cualquier alma tambalearía. Pocas veces se ha mostrado con tanta eficacia la caída desde un habitáculo hermético, la de Packer y la nuestra como sociedad, ahora emparentada a través del simbolismo de la rata. Y Cronenberg, con la espina dorsal de su película vertebrada a pura charla, es capaz de poner en imágenes ( como pocos, como nadie ) el derrumbe del mundo, valiéndose para ello de un atentado al director del FMI difundido por un noticiero o al clima de volatilidad social desparramado en los puntos neurálgicos neoyorkinos. Todo en " Cosmópolis " tiene directa relación con los males modernos: la desigual distribución de la riqueza que no otorga inmunidad ni siquiera a los ricos, la prisión a la que nos someten las corporaciones y la paranoia como estado mental inevitable. En este caso, la posibilidad de ese atentado que recorre transversalmente las tres cuartas partes de la trama es desvelo de Packer y su seguridad. Cuando finalmente se materialice la amenaza, a tono con el estado de absurdo del mundo en su apoteosis, el incidente tendrá ribetes ridículos. Un chiste. Una broma más mientras el planeta se va a la guerra. L. C.



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