jueves, 25 de octubre de 2012

PUÑOS Y CORAZON

THE EXPENDABLES (LOS INDESTRUCTIBLES)
 
 

Son quince minutos de acción saturada, autoconciencia plagada de chistes, frases como slogans en los costados de los vehículos y presentación de los gerontes. Todo demente, sin respiro, sin concesiones y a lo bruto, así como eran estos tipos allá por la década del ochenta. Luego, más adelante y promediando el minuto veinte, aparece el villano Van Damme ( que, ironía mediante, se llama Vilain y es ruso ) y mata al iniciado Hemsworth, el pibe del grupo que pensaba dimitir por amor.

Ahí la cosa se pone seriota un ratito, durante el funeral del novato, mientras Stallone pronuncia " justo se murió el que más quería vivir de nosotros... no tengo idea de qué quiere decir eso. " Y Statham lo interrumpe preguntando " ¿ Y ahora cuál es el plan ? Stallone baja a la tónica del primer segmento y replica, acercamiento de cámara mediante " The Plan? Track him, catch him, kill him! " Esa es la ética de " Los indestructibles ", la película de los gerontes del músculo reventón: el cuerpo llevado al movimiento extremo, la catarsis gozosa de la velocidad y la violencia, siempre por encima de los límites humanos y en conexión con la estratósfera. Sí, elección ética y no moral, ya que no hay pretensión alguna de imposición al mundo sino solo el deseo de decirle al espectador " somos lo que fuimos ", aquella famosa frase proferida por Apollo Creed en " Rocky 4 ". Y nosotros, como cuando teníamos catorce o quince, les creemos y los acompañamos en su cruzada fanatizada y liberadora de tiros y patadas, epopeya que es también reivindicación de ese expediente llamado vejez y ante el cual no hay inmunidad posible, ni para ellos ni para nosotros. Es cierto; están más lentos (a excepción del aplomado malhumorado de Statham), pero esa lentitud los baja un milímetro a la realidad terrenal, los vuelve más humanos dentro de la juguetería, hecho feliz que deriva en una catarata de chistes sobre la edad, y cuya apoteosis da de lleno en el centro de la diana con el remate de Schwarzenegger en el desenlace del film.

Para hacer una película de este tenor, como las de antaño, no basta el bronce del museo anabolizado; hace falta que la información contextual y la dinámica también estén subordinadas al juego de la vieja escuela. Antaño, estas películas podían ser buenas, regulares o malas, pero el espectador disfrutaba de una bonificación incluida en el precio de la entrada: el conocimiento acerca de hacia dónde iba y de dónde venía la acción. No había trampa al respecto; y en ese sentido, " Los indestructibles " no escamotea ni se guarda nada. La cámara está donde debe estar, se abre paso al plano generoso para encuadrar las trifulcas y hacer de la acción un recipiente orgánico y claro. Ni aún en el desnivel de sus planos finales, cuando el guión se acelera y cabalga hacia la hipérbole, la película de Simon West osa volverse mentirosa. Y es que " Los indestructibles " es en realidad " Los descartables " ( The expendables ), cosa que estos tipos fueron durante años, vituperados y desdeñados por la alta cultura. Pues bien, esta es su venganza: una película-juguetería para demoler tanta premisa pretenciosa y engrupida. " Los indestructibles " es " right in your face "; una celebración de la dignidad del aguante. L. C.
 

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