lunes, 1 de octubre de 2012

MUSICA PARA TUS OIDOS

                                              DIAS DE VINILO          Por Leo Chubelich
Hay películas-canción o películas llenas de canciones. En ese contexto, "Alta fidelidaD" se cuenta entre una de mis favoritas de todos los tiempos y está, decididamente, entre aquellas obras que me llevaría a una isla desierta. El notable trabajo de Stephen Frears ( que, por cierto, ya se merece el panteón de la inmortalidad por este título ) alimentaba la idea de que el gusto habla por nosotros, nos define, y que no es moco de pavo armar un compilado de canciones para alguien que queremos. Ahora bien, la argentina " Días de vinilo ", la ópera prima del responsable de " Todos contra Juan ", Gabriel Nesci, va por ese camino: nos habla a -los que sospechamos que no hay nada que nos defina mejor que nuestras preferencias. Es decir, toma la matriz ideológica del film de Frears para contar la historia de cuatro amigos que durante la pubertad fueron ungidos, literalmente, por una lluvia de maná discográfico: Gastón Pauls es un guionista de relativo éxito, autor del libro de una comedia edulcorada de la cual se avergüenza, resuelto a darle un giro más " seriote " a su trayectoria -dicho sea de paso, la aparición de Leonardo Sbaraglia, haciendo de sí mismo y entregándose a la parodia de los arrestos de divismo, es de lo mejor -; Fernán Mirás es un locutor radial, trabajo que le permite canalizar su voraz melomanía; Ignacio Toselli es el integrante de una banda tributo a los Beatles llamada The Hitles ( lo cual da lugar a un chiste rancio que, para colmo, se repite dos veces ) y Rafael Spregelburg (EL actor de "Días de vinilo"; de pie, señores ), un comerciante del marketing funerario, pionero en la creación de jingles para difuntos. Como el personaje de Spregelburg está por casarse, la película utiliza este punto de partida para desplegar sus obsesiones temáticas: la autorreflexión sobre el propio cine,la música y su obvia relación con los clásicos, el juego de las amistades masculinas y los problemas de relación con el sexo opuesto. "Días de vinilo" va por ahí, entonces, en el terreno del afano a John Cusack y cía, y esto no tiene nada de malo, de hecho hay una saludable intención por hacer de su hechura un producto gozoso que haga olvidar al espectador que ahí afuera hay una fábrica de angustias que trabaja a tres turnos y sin francos llamada Argentina. El problema estriba en que se me antoja que el resultado final no logra superar la comedia de situaciones televisiva. Hay una imagen chata, planísima, que no logra eludir nunca el formato y que me lleva a pensar que con un pulido del ritmo y el estiramiento como chicle de determinadas situaciones, estaríamos ante el umbral de otro éxito al estilo " Graduados. " Como en las películas de Tarantino, especialista en esto de robar- con guante blanco, entiéndase - ajenidad cinematográfica para regurgitar su propia sistematización fetichista de la imagen y el sampling, " Días de vinilo " tiene, asimismo, su propio sistema de referencias cinéfilas y musicales. En el primer aspecto, hay un apelotonamiento de plots y chistes ( Nesci es un eyaculador de frases y salidas ingeniosas, todas proferidas para el lucimiento de sus criaturas y no siempre efectivas ) que resiente el resultado final, dilapidado en el trazo grueso y la definición apresurada de determinadas situaciones ( qué sentido tenía en esta trama la inclusión de la sufrida y bonita colombiana-oriental, además de la pertinencia o no del chiste alusivo a Yoko Ono ? ). En el segundo aspecto, hay algo insalvable para quien esto escribe y que tiene que ver con la chusca y convencional referencia musical que recorre el relato,porque es tan "normalizada " la melomanía, que terminamos presenciando un Billiken de las citas musicales para iniciados. Toda la música usada en " Días de vinilo " es de un lugar común tan exasperante, llano, que aquí es donde se nota el afán de sus hacedores por incorporar " una que sepamos todos " al producto. Si estos tipos crecieron escuchando clásicos y absorbiendo intérpretes àla Pacman, me resulta imperdonable escucharlos proferir comentarios de revista Pelo para "iniciados." Esa novatada de resaltar que Clapton escribió Layla en honor a la mujer de Harrison es tan trivial que hasta Capusoto hizo chistes al respecto y ahí, tal vez, esté una de las problemáticas fundamentales de "Días de vinilo": muchachos, la música no se agota en los clásicos. Deberían saberlo ustedes, que denostan el gusto "variado" y pontifican sobre los compilados unidos por una idea rectora. L.C.  
 
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