sábado, 2 de febrero de 2013

EL CRIMEN IMPERFECTO

         
TESIS SOBRE UN HOMICIDIO       por Leo Chubelich    

En una escena clave de " Tesis sobre un homicidio ", su protagonista, un afamadísimo profesor de Derecho Penal, desparrama sobre el piso de su departamento su biblioteca entera en busca de un objeto personal, una daga cortapapeles, cuya ausencia pone en evidencia que su hogar ha sido violentado. un maremágnum de papeles, el disloque del orden, que denota que Roberto Bermúdez ha empezado a vivir horas desesperadas. La escena remite a " Blow Out ", uno de los mejores exponentes del cine ítaloamericano de principios de los '80, película en la cual un sonidista, acuciado por motivos semejantes, procedía a desenrollar cada una de sus cintas de audio. En ambas películas, la paranoia es el motor de las conductas autodestructivas y el estado mental inevitable al que han llegado sus protagonistas, hombres que creen ver algo, una rebaba o borde romo, detalles de la significancia de un crimen, y lo que es aun peor, la percepción tozuda de la captación de ese " algo " que los demás no pueden apreciar. Más adelante, el mismo protagonista seguirá a su principal sospechoso por los pasillos del Malba. Arte en formato de espejos deformantes de geometrías extrañas y azogadas le permitirán guarecerse en pos de no ser detectado por su presa. La escena ahora es tributaria de " Vestida para matar ", otro hitazo de cine negro de los '80. Tanto " Blow Out " como " Vestida para matar " son películas de Brian De Palma. Hernán Goldfrid había dado sus primeros pasos como director con una película notable llamada " Música en espera ", y lo que hacía de aquella comedia una pequeña gran obra maestra era esa simplicidad para jugar con los géneros e incorporarlos al formato de los enredos propio de la comedia: la ludopatía del juego intertextual con los autores canónicos del cine clásico. En " Tesis sobre un homicidio " presenta a Roberto Bermúdez, un Abogado retirado y profesor reputado de la Facultad de Derecho, que tiene a su cargo un seminario de posgrado. Bermúdez es inteligente, exigente con el alumnado y ciertamente suficiente en su discursiva sin medias tintas acerca de qué es aquello que se precisa para ser un buen abogado y romper el molde. Como exponente de esa generación que orilla los cincuenta pirulos, hay por ahí un matrimonio frustrado del cual no sabe cómo deshacerse, hábitos nocturnos con cierta inclinación a la bebida, y una visión desencantada de la vida que lo lleva a transitar el hedonismo de levantarse a una alumna sin miramientos para tener sexo ocasional. Bermúdez es el núcleo duro del pathos masculino: su desamparo, su ternura, su intemperie, su crueldad, su infantil egocentrismo, y su vida, sin aparentes sobresaltos y con prestigio bien ganado, parece discurrir sin mayores sobresaltos, hasta que llega para cursar con él su seminario de posgrado Gonzalo, el hijo de un viejo amigo suyo ( Alberto Ammann, ganador de un Goya por el drama carcelario Celda 211 ). Gonzalo es inteligente, refinado, propenso a la disensión bien argumentada, tal vez una versión juvenil de Bermúdez, al que dice admirar profundamente de los años en que solían verse con cierta frecuencia. Una noche, una chica aparece brutalmente muerta - tras haber sido violada con particular sadismo - en el estacionamiento de la facultad, justo debajo de la ventana donde Bermúdez dicta sus clases. Algunos indicios de la escena del crimen hacen pensar al profesor que el asesino no podría ser otro que Gonzalo, iniciándose entre ambos hombres una suerte de partida de ajedrez intelectual, en la que está en juego la teoría del derecho, abonada por Bermúdez, de que no hay crímenes perfectos y la brillantez del alumno para erigirse en Némesis de su mentor, ocultando la trama. Algo así como el famoso caso de Leopold y Loeb, cuyo afán de probar en el mecanismo fáctico que el crimen perfecto no constituía una empresa imposible, recreó el gran Hitchcock en " La soga. "
 
Borges, en referencia a la novela policial, dijo alguna vez que la eficacia operativa del detective a cargo de la resolución del caso no debe privar al escritor de concederle al lector alguna anomalía que le permita equiparar al investigador. Anomalías en " Tesis sobre un homicidio " hay varias; y no sólo sobre el final. La información contextual, ese tesoro preciado al que aludía ( otra vez ) Hitchcock, y que debía estar presente y dosificado en los primeros minutos del metraje, aquí es un expediente desaprovechado por la tendencia de Goldfrid al subrayado constante y la sobrecarga. El otro problema de la película estriba en los personajes secundarios, que no tienen espacio para el desarrollo y los mínimos ropajes de carnadura. Si bien es cierto que al gran Arturo Puig le alcanzan cinco minutos para robarse el botín y hacernos creer que estuvo allí desde siempre, " Tesis sobre un homicidio " es una película que se apoya casi exclusivamente sobre sus dos protagonistas, trebejos del ajedrez intectual de tesis y demostración. Para cuando se incorpora a la historia la hermana de la chica asesinada, elemento que potencia el relato con esa lógica de tercero perjudicado que involucra emocionalmente a ambos protagonistas y es emblemática de la novela policial, " Tesis... " es la pulseada entre Darín/ Ammann, hecho que no puede disolver la insufrible Calu Rivero, tan torpemente afectada en sus crispaciones epidérmicas como empeñada constantemente en hacernos creer cuán mala intérprete puede ser. El policial, querido Goldfrid, necesita de mujeres fatales, capaces de prendernos fuego en la oscuridad de cualquier cine, o al menos lo suficientemente capaces de hacernos tragar circunstancialmente la píldora ( algo que ya ocurría con " La señal ", protagonizada y dirigida por Darín, con la insulsa Julieta Díaz ). Calu es una chica cool, es también la supuesta novia argenta del cariacontecido Sean Penn, y seguramente ha de tener buena presencia en las comedias-molde de la Pol-Ka de don Suar. Los veinte minutos finales de la película de Golfrid, jugados con la puesta en escena de esa experiencia inmersiva de los espectáculos del colectivo Fuerza Bruta, me hicieron pensar en De Palma. La película que hubiera hecho el loco Brian, señores! L. C.

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