lunes, 4 de febrero de 2013

Blackexploitation...

          DJANGO UNCHAINED         por Leo Chubelich

A esta altura hablar de la " legitimidad " de Tarantino ( cualquier cosa que ello sea ) es un expediente de cosa juzgada; también de los supuestos " pecados " cinematográficos que le atañen al director de Kill Bill: que es un practicante del " sampling ", que roba de un cine poco visto o escasamente referido, y así podríamos seguir ad aeternum puntualizando y discutiendo giladas. Como sea, el esteticismo del espectáculo y el regodeo en las citas de la cultura popular sostiene a las películas de Tarantino, y obliga a sus detractores a hablar desde un punto de vista que podría estimarse anacrónico. Mientras tanto, Quentin, tragando y escupiendo géneros, sigue pa' lante, reescribiendo la Historia ( como ocurría con el apoteósico final de Bastardos sin Gloria ) o emprendiéndola con este " homenaje y / o parodia " al Western Spaghetti. Y digo " homenaje y / o parodia " así, entre comillas, porque Dyango Unchained poco o nada tiene que ver con su predecesora dirigida por Sergio Corbucci y estelarizada por Franco Nero. Para ser honestos, de aquélla sólo quedan el leit motiv musical de nuestro Luisito Bacalov y la textura fotográfica deliberadamente envejecida y emulsionada para significar el paso del tiempo. Así las cosas, estamos en presencia de una apuesta distinta, empezando por su protagonista, un esclavo negro, que dos años antes de la Guerra de Secesión, es liberado de su condición por un cazarecompensas alemán, que a cambio de información fundamental acerca del paradero de tres fugitivos de la justicia, se convertirá en su mentor, enseñándole el trabajo sucio y acompañándolo, con rumbo al Sur profundo y esclavista de la América salvaje, en la difícil misión de rescatar a Broomhilda, la amada de Dyango en manos de un terrateniente algodonero, villano glamoroso y siniestro encarnado por el gran Leonardo Di Caprio. Dyango Unchained es un Western endiablado, feroz, donde la corporalidad brutal y lavelocidad de sus protagonistas, la violencia y la galería variopinta de sus criaturas son para Tarantino el detonador perfecto para la saturación de los materiales del cine. Una vez más, la forma ES el contenido, y en este punto Dyango se acerca silenciosa y pudorosamente al cine experimental. Es verdad que por momentos hay una comicidad ñoña ( los diálogos disparatados y atolondrados de la pandilla KKK de Don Johnson dan un poco de vergüenza ajena ), en la que el director, quizás culpógeno de tensar al máximo las miserias esclavistas del Sur, prefiere guarecerse para ablandar el peso de tanta carnicería ( o don Harvey Weinstein le haya dado un corporativo tironcito de orejas ), pero cuando pulsa los resortes de su cine renegrido, malicioso, de diálogos impensados para cualquier cineasta promedio ( la repugnante alocución de Di Caprio acerca de las distinciones entre el cráneo de un hombre blanco y el de un hombre negro harían sonrojar al mismísimo Lombroso ), la película gana alturas impredecibles.

Dyango Unchained incorpora una nota revolucionaria en su historia: mientras las demás películas que han tocado el pasado esclavista de los EEUU lo han hecho en el marco de ese punto de quiebre histórico/ político/ cultural que fue la conflagración secesionista entre Norte y Sur, el trabajo de Tarantino pone a su héroe justiciero, vengador de cuanto negro anónimo haya sido sometido a la flagrante obliteración genocida de esos años, en el centro de la escena, refundando ( otra vez ) la Historia de un país que nunca se atrevió, ideológica y cinematográficamente, a ir muy lejos en el tratamiento de sus miserias afligentes internas. Tarantino, muy a pesar de la crítica elitista, sigue haciendo historia ( aunque sea así, con " h " minúscula ). L. C.

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La utilización de este enlace no persigue fin comercial alguno.

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