martes, 30 de octubre de 2012

SPIDER-BOY

LA ARAÑA VAMPIRO

A propósito del estreno de " Los paranoicos ", la ópera prima de Gabriel Medina, Javier Porta Fouz escribía lo siguiente en las gacetillas de prensa correspondientes al BAFICI 2008 " Luciano Gauna es un payaso. Bueno, en realidad anima fiestas infantiles para ganar algo de dinero. Y está ( vive ) preocupado. Teme algún contagio. Y hace mucho que está escribiendo ( o más bien no está escribiendo ) un guión. Es alguien a punto de estallar, o a punto de no arrancar nunca. Y llega su amigo Manuel desde España. Manuel es un ' ganador ' global y Luciano es un compendio de imposibilidades. Y aparece Sofía, la novia de Manuel. Con una narrativa briosa y un clasicismo que porta con orgullo marcas de géneros bien aprendidas, Gabriel Medina debuta nada menos que con una comedia. Una que tiene algo de romántica, algo de nocturna, algo de coming of age, algo de manifiesto contra el vacío y la desidia y algo de reflexión sobre ciertas ficciones argentinas. Y un protagonista inolvidable, ubicado y nombrado con precisión en un relato que le permite enfrentarse a la euforia y la velocidad y al vértigo de tomar decisiones. " Las maravillosas palabras del crítico Porta Fouz ilustran con claridad meridiana de qué iba esa primera película y sirven también para cartografiar y celebrar la presencia de " La araña vampiro ", segundo trabajo de Medina, en las carteleras locales. Definitivamente, retificación, confirmación y consagración de todo lo bueno de " Los paranoicos. "
Martín Piroyansky es Jerónimo, un joven de ciudad que llega a un paisaje agreste en compañía de su padre ( Alejandro Awada ) para rehabilitarse de algo que no está claro ( clínicamente podría ser fobia, panic attack u otras yerbas categorizadas por las mentes psicoanalíticas ), pero requiere de medicación. Jerónimo está desligado, asustadizo, alejado de ese entorno que produce extrañamiento, monotonía y subleva sus miedos. Es un bicho urbano, extranjero en tierra extraña, que sólo halla consuelo en su laptop. En el contexto de ese lugar y de una cabaña que ocupa con su padre, hay dos presencias femeninas: la de su madre, representada por una voz en off prácticamente inaudible en el teléfono, y que parece representar la dualidad preocupación / tensión ( alguna conversación con el padre parece sugerir que la relación no marcha del todo bien entre ellos ); y la de Camila, una lugareña sugerente, inquietante, que interpela al joven con su presencia pregnante de misterio. Hay también otra presencia que podríamos calificar de femenina, la de la araña vampiro del título, que tras picar el antebrazo del joven lo habrá de llevar, en busca de un antídoto, por páramos apocalípticos, gentileza de La Cumbrecita y mezcla de Western, Terror, realismo mágico y locura. Y todo ello habrá de ocurrir con la inestimable colaboración de un guía llamado Ruiz, un descastado mezcla de marginal, delirante místico y portavoz de la consciencia a-cultural, que representa la ambigüedad suscitada entre la credibilidad de la búsqueda y los estados de conciencia alterados. Puede confiarse en un borracho y corroborador de mitologías para emprender semejante viaje ? Medina no se anda con chiquitas para con Jerónimo: para evitar la muerte, el antídoto debe ser una nueva picadura de una araña de la misma especie. " La araña vampiro " es un viaje de autodescubrimiento y transformación a puro clasicismo y conciencia simbólica. Una road movie sintetizada en el sobreimpreso inicial que alude a Jack Kerouac ( Ve a la montaña/ elige un guía/ baja de la montaña/ regresa a la ciudad ) y que opera como agente rector de la batalla que habrá de librar Jerónimo; batalla por la vida y batalla contra sí mismo, zona de coexistencia entre lo mental y la acción, entre el sometimiento apático o el movimiento aunado al cambio. Para ello, y de acuerdo a lo que sucedía en " Los paranoicos ", la inclusión de la mujer en ese universo crítico habrá de representar un rol dominante a través de la aparición de Ailín Salas; y nunca mejor utilizado el vocablo " aparición " para describir a la chica que recibe a padre e hijo al comienzo de la película. Existe realmente el personaje de Ailín Salas o es un espectro ? Tal vez un Doppelgänger o fenómeno de la bilocación como parece atestiguar ese plano en que Jerónimo mira a través de un vidrio y allí se corporiza la presencia de la joven, creando la ilusión de reflejo ? Lo cierto es que la presencia femenina, así como sucedía en " Los paranoicos ", indica la salvación o un conocimiento preeminente, así como también el lugar de donde partir. Es gracias a su interferencia que Jerónimo habrá de adentrarse en el periplo, jugándosela en una visionaria patriada dictada por la clarividencia. Salas infunde respeto y temor reverencial, como aquél que infundían los sacerdotes tribales, porque es la que indica el camino a tomar como iniciadora del rito/ purificación.
Si en " Los paranoicos " la geografía estaba bien definida por la ciudad de Buenos Aires ( los personajes habitaban o transitaban lugares que los definían ), en " La araña vampiro " asistimos a paisajes imposibles, en el límite mismo de realidad fuera de sus goznes que implica dar prevalencia al mito sobre la ciencia. Medina filma quebradas ásperas, cuevas abiertas como llagas en la roca y fuegos restallantes en mitad de la noche constelada como si fuera baqueano de semejantes locaciones. En esa línea fronteriza entre el sueño y la vigilia, entre el terror que se desprende de la utilización de los espacios abiertos, se abre paso con seguridad y serenidad " La araña vampiro. " Llegar al final del recorrido tendrá ecos de final y renacimiento para Jerónimo. Viaje iniciático en el que debe perderse algo para resignificarse, templarse y forjarse como un arma y abandonar lo conocido. Como Gauna, como Medina mismo abandonando el límite preciso y conocido de la ciudad. Bienvenida incomodidad. L. C.

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La utilización de este enlace no persigue ningún fin comercial.
Enlace de Sebastian perillo

lunes, 29 de octubre de 2012

YA NO ES CASUALIDAD...

ARGO

A esta altura hay que decirlo sin hesitar: Ben Affleck es la comprobación de un cineasta. Y uno muy bueno, si juzgamos que los recientes resultados positivos de su filmografía, impregnada de elegante clasicismo y gran habilidad para el pulso narrativo, están presentes en " Argo ", su tercer trabajo como actor y director. " Argo " es la historia de tres imposturas: la revolución islámica iraní, los medios de producción y distribución de esa factoría-picadora de carne llamada Hollywood y la política exterior norteamericana representada por la intervención de la Agencia Central de Inteligencia en cuanto conflicto de intereses haya asolado el planeta en los últimos sesenta años. " Argo " es asimismo tensión y nervio, personajes paridos a pura profundidad, un notable y puntilloso ejercicio de reconstrucción de época ( el año 1979 de la administración Carter y del advenimiento en el poder de ese monje negro llamado Ayatollah Komeini ) y la sensación de que el espíritu de Clint Eastwood, otro ferviente clasicista, sobrevuela esta película. Hay clima de Western ( la idea del héroe solitario, su heroísmo sacrificial, su desaparición entre bastidores y la difícil inclusión social ) en ese Medio Oriente convulsionado y azotado por injusticias y postergaciones y mucho, pero mucho Amor por el cine. L. C.

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jueves, 25 de octubre de 2012

PUÑOS Y CORAZON

THE EXPENDABLES (LOS INDESTRUCTIBLES)
 
 

Son quince minutos de acción saturada, autoconciencia plagada de chistes, frases como slogans en los costados de los vehículos y presentación de los gerontes. Todo demente, sin respiro, sin concesiones y a lo bruto, así como eran estos tipos allá por la década del ochenta. Luego, más adelante y promediando el minuto veinte, aparece el villano Van Damme ( que, ironía mediante, se llama Vilain y es ruso ) y mata al iniciado Hemsworth, el pibe del grupo que pensaba dimitir por amor.

Ahí la cosa se pone seriota un ratito, durante el funeral del novato, mientras Stallone pronuncia " justo se murió el que más quería vivir de nosotros... no tengo idea de qué quiere decir eso. " Y Statham lo interrumpe preguntando " ¿ Y ahora cuál es el plan ? Stallone baja a la tónica del primer segmento y replica, acercamiento de cámara mediante " The Plan? Track him, catch him, kill him! " Esa es la ética de " Los indestructibles ", la película de los gerontes del músculo reventón: el cuerpo llevado al movimiento extremo, la catarsis gozosa de la velocidad y la violencia, siempre por encima de los límites humanos y en conexión con la estratósfera. Sí, elección ética y no moral, ya que no hay pretensión alguna de imposición al mundo sino solo el deseo de decirle al espectador " somos lo que fuimos ", aquella famosa frase proferida por Apollo Creed en " Rocky 4 ". Y nosotros, como cuando teníamos catorce o quince, les creemos y los acompañamos en su cruzada fanatizada y liberadora de tiros y patadas, epopeya que es también reivindicación de ese expediente llamado vejez y ante el cual no hay inmunidad posible, ni para ellos ni para nosotros. Es cierto; están más lentos (a excepción del aplomado malhumorado de Statham), pero esa lentitud los baja un milímetro a la realidad terrenal, los vuelve más humanos dentro de la juguetería, hecho feliz que deriva en una catarata de chistes sobre la edad, y cuya apoteosis da de lleno en el centro de la diana con el remate de Schwarzenegger en el desenlace del film.

Para hacer una película de este tenor, como las de antaño, no basta el bronce del museo anabolizado; hace falta que la información contextual y la dinámica también estén subordinadas al juego de la vieja escuela. Antaño, estas películas podían ser buenas, regulares o malas, pero el espectador disfrutaba de una bonificación incluida en el precio de la entrada: el conocimiento acerca de hacia dónde iba y de dónde venía la acción. No había trampa al respecto; y en ese sentido, " Los indestructibles " no escamotea ni se guarda nada. La cámara está donde debe estar, se abre paso al plano generoso para encuadrar las trifulcas y hacer de la acción un recipiente orgánico y claro. Ni aún en el desnivel de sus planos finales, cuando el guión se acelera y cabalga hacia la hipérbole, la película de Simon West osa volverse mentirosa. Y es que " Los indestructibles " es en realidad " Los descartables " ( The expendables ), cosa que estos tipos fueron durante años, vituperados y desdeñados por la alta cultura. Pues bien, esta es su venganza: una película-juguetería para demoler tanta premisa pretenciosa y engrupida. " Los indestructibles " es " right in your face "; una celebración de la dignidad del aguante. L. C.
 

viernes, 19 de octubre de 2012

YO SOY LA LEY DEL MARKETING

DREDD

El Juez Dredd ingresa a una pajarera, algo así como un complejo habitacional muy humilde y afectado de superpoblación, como todo en Megacity One, con la intención de desbaratar una banda liderada por una ex prostituta llamada Ma- Ma, una verdadera capanga del tráfico de una droga de diseño llamada Slo-Mo, algo así como un Paco del futuro. El cana no va solo; lo acompaña una novata con poderes telepáticos, perteneciente al Escuadrón Psi, llamada Cassandra. La presencia de la pareja es advertida por los criminales, que activan un protocolo de emergencia radioactiva, clausurando el edificio y dejándolo aislado del mundo exterior. A qué les recuerda esta Dredd, nueva adaptación al cine del personaje británico creado por John Wagner y Carlos Ezquerra ? Sí, acertaron, se parece en su premisa a " La redada " de Gareth Evans, pero acá no hay velocidad, catarsis desatada a base de patadas y trompadas, y, definitivamente, no existe ese pulso vital llamado nervio." Dredd " es insulsez a oscuras ( porque queda cool filmar en pasillos afectados por el oxímoro borgeano de la luz oscura, viste? ); es violenta y fascistoide como el personaje del comic, sí, pero burocrática, pura energía cinética de tortuga, tripulada por diálogos producto de una escolaridad primaria, y lo que es peor, está vaciada de ese sarcasmo color azabache que hacía del campeón de las ejecuciones sumarias un producto a seguir. Dredd también es mentirosa en su intención de clonarse del espíritu del comic, caracterizado por el pulso distópico de la criminalidad al palo machacada por un cuerpo de Ley que reúne al mismo tiempo calidades de policía, juez, jurado y verdugo, porque se hace artificial y mentirosa, bien adulterada, en una secuencia crucial, como aquella en la que el Juez se vuelve perdonavidas de dos adolescentes armados. Y no, loco, los que leímos este pastón publicado en la mítica 2000 AD sabemos que este coso no excusa nada, te fríe y después pregunta. Y si no pregúntenle a Simon Bisley, visualista de la hostia, de órdago en eso que se llama plasmar violencia. Bisley te dibujaba un apocalipsis lisérgico ( al gran Biz le fascinaba fumar porro mientras reventaba los pencils ) al ritmo del humor negro y de la técnica de imprimir la sangre como si se tratase de una salpicadura en la página, haciendo entender al lector de qué iba la cosa: humor. Sí, humor abyecto. Humor sin concesiones de ninguna índole, intranquilizador, irrespetuoso, indecente. Humor volcánico hecho de una lava malparida y abrasiva que te cocinaba la conciencia. Pues bien, entonces cuando algo artificial da de lleno en una escena, secuencia o decisión argumental, todo lo que viene después está indefectiblemente viciado de esa misma nocividad. Y si para colmo, en lugar de revolcarnos en la amoralidad de ese futuro ni tan distante ni tan ajeno, la decisión pasa por incorporar el feísmo publicitario y qualité de unas escenas insoportablemente largas de consumo de drogas," Dredd ", en su indefinición estilística a mitad camino entre la suciedad y el rango de estilización estéril, el movimiento chiquito carente de inventiva para usar los espacios cerrados ( realizadores, aprendan de La redada lo que es expandir espacios hasta el infinito y más allá ) y el nulo carisma de sus protagonistas, incorporados al capricho de regar de aguardiente a las cuerdas vocales, es un subestándar que se apaga a los tres minutos cuando descubrimos que las motos aparatosas de los Jueces, pura potencia de llantas monstruosas, han sido reemplazadas por unas tetracilíndricas estilizadas. No vaya a ser cosa que se enoje por similaridades el Caballero Oscuro. Traición, viejo, traición. L. C.          

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lunes, 15 de octubre de 2012

PASEO HACIA LA INCERTIDUMBRE

COSMÓPOLIS
 
Basada en la novela de Don De Lillo, " Cosmópolis " es el regreso al cine del notable David Cronenberg. El que fue y el que es, ya que se podría decir, y a juzgar por los resultados , que ha vuelto decididamente ese canadiense más intranquilizador de hace una década. Aclaro que, a mi entender, nunca se fue, pero aquí su cine, que es constante crisálida de transformación, abandona ese costado más accesible para el espectador promedio que venía trajinando desde " Una historia violenta ", para retomar, estilísticamente, algunas obsesiones de su producción anterior, que incluyen, naturalmente y como era dable esperar, alguna retorcida incursión anal, proverbial marca del orillo de épocas anteriores. La novela de De Lillo, famosa por sus abismos psicológicos y su densidad del pensamiento, le permite al canadiense naturalizar, una vez más y de cara al nuevo milenio, la idea de una humanidad no demasiado sana por el efecto que nos produce la alienación cotidiana asimilada como signo de vida, algo que el director ya venía mostrando desde " Spider " hasta este presente. " Cosmópolis " es un viaje de veinticuatro horas y embebido en lisergia que tiene como protagonista a Eric Packer, un exitoso hombre de negocios que con veintiocho años goza del prestigio de una fortuna incalculable, y que sin embargo es incapaz de evitar que su realidad financiera se derrumbe mientras recorre una convulsionada Manhattan, en una limusina blanca y circundado de guardaespaldas, con un único objetivo: asistir a la peluquería. Para ello, Eric se ha encerrado en un vehículo diseñado para impedir el influjo del mundo exterior, una burbuja parida por tecnología de punta que sólo permite establecer contacto con el acabóse financiero que gradualmente va gestándose frente a sus narices. Allí dentro, Packer habrá de ignorar las protestas de un grupo de militantes anarquistas, que como el movimiento de los recientes indignados, es la puesta en abismo del sistema capitalista, consultará a su nerd de confianza ( Jay Baruchel ) y a su gurú de finanzas ( Emily Hampshire ), se someterá a un examen de próstata, tendrá sexo con una prostitura encarnada por Juliette Binoche, y también protagonizará salidas puntuales para reunirse con su esposa ( Sarah Gadon ) o con un ex empleado furibundo, en los tramos finales, jugado por Paul Giamatti. " Cosmópolis " está regada de conversaciones desquiciadas, digresivas, pura superficie pulida de cualquier componente que merezca ser llamado humano. Como sucedía en " Psicópata americano ", basada en un libro de Brett Easton Ellis y dirigida por Mary Harron, la microbiologia del poder de estos seres está impregnada de esterilidad y de una carencia total de motivación, pura frialdad desembarazada de todo carácter afectivo que no habrá de ceder siquiera en esos momentos turbulentos en que cualquier alma tambalearía. Pocas veces se ha mostrado con tanta eficacia la caída desde un habitáculo hermético, la de Packer y la nuestra como sociedad, ahora emparentada a través del simbolismo de la rata. Y Cronenberg, con la espina dorsal de su película vertebrada a pura charla, es capaz de poner en imágenes ( como pocos, como nadie ) el derrumbe del mundo, valiéndose para ello de un atentado al director del FMI difundido por un noticiero o al clima de volatilidad social desparramado en los puntos neurálgicos neoyorkinos. Todo en " Cosmópolis " tiene directa relación con los males modernos: la desigual distribución de la riqueza que no otorga inmunidad ni siquiera a los ricos, la prisión a la que nos someten las corporaciones y la paranoia como estado mental inevitable. En este caso, la posibilidad de ese atentado que recorre transversalmente las tres cuartas partes de la trama es desvelo de Packer y su seguridad. Cuando finalmente se materialice la amenaza, a tono con el estado de absurdo del mundo en su apoteosis, el incidente tendrá ribetes ridículos. Un chiste. Una broma más mientras el planeta se va a la guerra. L. C.



jueves, 11 de octubre de 2012

Como el movimiento se demuestra andando...

                                   THE RAID (LA REDADA)                Por Leo Chubelich  


La acción reciente ha sido relegada a dos nichos: el de la hipercanchereada cool de los viejitos del músculo reventón, a pura autoconciencia desatada a base de chistes ( léase Indestructibles ) y el de la cámara al hombro al estilo parkinsoniano, de movimiento multinacional, multicultural àla Bond, con la presencia intrigante de agencias, programas de capacitación de asesinos y funcionarios corruptos llenos de intensidad petulante ( la saga Bourne, por caso ). Y en ese bascular que no revitaliza ni resiente, aparece " La redada ", un verdadero acontecimiento parido a fuerza de energía cinética por un fulano galés llamado Gareth Evans en Indonesia. Con " La redada " está presente esa vieja e inmejorable idea de llevar el género a los bifes, con arrojo desbocado y desparpajo. Una unidad policial de elite ingresa a una pajarera con el objetivo de desmantelar a una banda liderada por un capanga mafioso que se las trae. La misión es advertida por los criminales y el sitio es clausurado, transformándose en una trampa. Los canas quedan librados a su suerte e inhabilitados de solicitar ayuda al exterior. Punto. Son minutos de información contextual, mínima, sin subrayados ni aditivos psicológicos, y después la consagración de la demencia a través de los tiroteos y las peleas más salvajes que se recuerden en mucho, muchísimo tiempo. Sí, hay poesía salvaje de Kung-Fu Master, en apariencia extraída de una Playstation perfecta que aún no se inventó ni se inventará, pero también ecos y resonancias del cine de Carpenter, Woo, Mc Tiernan y de cuanta memorable película de acción que se precie de serlo hemos visto en nuestra particular historia de cinéfilos. Pero, especialmente, hay una violencia sin límite y sin término, desgarradora, descontrolada, sin freno inhibitorio, que está unos metros por encima del planeta. Evans se vale de la utilización del espacio para que su película explote todo el tiempo: corredores, pasillos, un armario, una heladera. Todo es bueno, sustentable y aprovechable para que el movimiento y la sinergia del género se abran paso con una cámara virtuosa y acróbata, con sus actores de carne y hueso y goma tensados al extremo de la experiencia. Porque eso es " La redada ", la voluntad de amalgamar un amasijo de carne fuera de sus goznes y tecnología en una sola pirueta, una sola proeza, una sola dinámica. Y hay héroes ( uno o dos ), traidores, un par de villanos indestructibles ( Mad Dog, la mano derecha del jefe criminal, es una pesadilla bípeda escupida por el infierno de las artes marciales ) y hectolitros de sangre ( de utilería y digital ). " La redada " reduce notablemente el " cortar y pegar " del montaje y abre el plano, generoso y vuelto secuencia las más de las veces, para que el ojo adicto se incendie con la voluntad partehuesos de sus protagonistas. Y, de paso, nos prueba que reinventar también es una alternativa posible en las márgenes de este siglo. No es poco. L. C. VER TRAILER

 

NOTA DEL EDITOR: Sentí la necesidad de acompañar a Leo en esta crítica para avalar su comentario. Anoche tuve la oportunidad de ver esta gigante película y realmente quedé impactado; por la forma en que está filmada, por la velocidad de sus escenas d eacción y por la crueldad y dureza de sus imágenes. En el afiche hay un leyenda que reza: "La mejor película de acción de las últimas décadas", coincido completamente, realmente fantástica. M. N.
        

jueves, 4 de octubre de 2012

LA VECINDAD DEL TIO MEL

                                              GET THE GRINGO           Por Leo Chubelich  

Hay películas gozosamente irresponsables. Y las hay de las otras, llenas de esa pacatería que no se corre un milímetro del polisacárido del algodón más remilgado. Basta ver como funciona el mainstream americano en estos días, la gilada obsesiva con que se desactivan todos los dispositivos relativos a la mostración del sexo y el erotismo, para corroborar que Hollywood se ha vuelto una factoría hipócrita y negacionista. Por suerte, decía, hay películas irresponsables, que se enlodan, que meten las patas en el barro, y se animan a subvertir tanta pulcritud contenida. En ese sentido, "Vacaciones explosivas" (título local afectado de idiocia que rehúso volver a utilizar) o " Get the gringo " es una de ellas. Get the gringo, una pulsión que Robert Rodríguez todavía sueña tener, es el retorno al cine del tío Mel Gibson, ese sociópata ultraconservador que ha sido el portavoz de tanta abyección racial y religiosa en este último lustro (imaginen ustedes cómo estarán las cosas para que la sorpresa venga de la mano de este sujeto). Aquí Gibson es un ladrón de bancos que, disfrazado de payaso, y con otro cómplice (también disfrazado de payaso, tal vez la huida literal de Hollywood más significativa que se haya filmado) moribundo en el asiento de atrás, quiere cruzar la frontera en el marco de una audaz persecución automovilística protagonizada por la policía y los criminales. Acorralado por el cerco policial, va a embestir el muro el muro divisorio entre Estados Unidos y México, será detenido y conminado, sin posibilidad de juicio justo, extradición y otros principios básicos de ciudadanía, a pasar sus días en una comuna presidiaria llamada "El pueblito."
A la manera de "Revancha", otra película protagonizada por el actor, o "Scarface", el gringo deberá aplicarse a la observación para aprender las reglas del presidio. " El pueblito " es una comunidad criminal sin reglas de ningún tipo y donde se vive y se muere sin consecuencias de ninguna índole. En " El pueblito " no hay barrotes y el dinero es el motor primordial para la obtención de vivienda, alimento y cigarrillos (artículo suntuario si los hay en un ámbito de semejante naturaleza), algo así como la vecindad del Chavo, pero llena de personajes de avería y música bochinchera (digresión al margen: en la banda sonora están nuestros Fabulosos Cadillacs y su popular "Padre Nuestro" cumbiero).

[escuchar tema musical]
Con la inestimable colaboración de un chico adicto a la nicotina de diez años (de hecho, ver fumar al chico en primer plano es de una crudeza seductora pocas veces vista), "insider" que conoce el paño al dedillo, Gibson, como una suerte de Ronaldinho, experto en dar el pase y mirar en dirección contraria, irá desplegando una serie de distractores eficaces para disimular sus verdaderas intenciones. Hay venganzas y recontravenganzas, un transplante de hígado y una imitación delirante de Clint Eastwood que es EL detalle cómico de la película. Es que en este artefacto de Adrian Grunberg, asistente de Gibson en Apocalypto, hay una hora inicial a puro absurdo y disparate. Sí, con mucha crueldad, pero también con humor, ironía y afán libertario, precisamente eso que le falta a la producción comercial estadounidense del momento. En sus tramos finales, "Get the gringo" irá decantando hacia la normalidad de la posibilidad redentora del amor. Pero, señoras y señores, el daño ya fue hecho. En USA no se estrenó comercialmente en los cines, allá ellos. "Get the gringo" es
EL entretenimiento desquiciado del 2012. L.C.


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miércoles, 3 de octubre de 2012

    THE CABIN IN THE WOODS   Por Leo Chubelich   

Vi esta película hace instantes.Se llama "Cabin in the woods" (supongo que por estos lares habrá de llamarse Cabaña en el bosque, como reza el original) y presenta a un grupo de jóvenes dispuesto a ir a parrandear a la citada barraca del título, sí, punto de partida ya transitado innúmeras veces en estos últimos treinta y cinco años, pero llevado a un nivel de audacia, desparpajo e insanidad raras veces visto. La idea es que estos circunstantes son conejillos de indias de una agencia presuntamente dependiente del gobierno, especialista en la creación de estados alterados que representan la tributación a algo más grande y mayor que aguarda a ser revelado en los instantes definitorios. Hay zombies, licántropos, arañas monstruosas y cuanta criatura o engendro del averno haya pululado por cualquier film de terror; también homenajes aquí y allá que remiten a directores consagrados como Romero y Raimi, pero, fundamentalmente, hay un notable clima de pesadilla que desembocará en un lugar corrupto y corrompido por aeons en donde se disuelven todas las certezas y estamos solos, como hombres primitivos antes del nacimiento del fuego, asediados por lo innombrable. L. C.

lunes, 1 de octubre de 2012

MUSICA PARA TUS OIDOS

                                              DIAS DE VINILO          Por Leo Chubelich
Hay películas-canción o películas llenas de canciones. En ese contexto, "Alta fidelidaD" se cuenta entre una de mis favoritas de todos los tiempos y está, decididamente, entre aquellas obras que me llevaría a una isla desierta. El notable trabajo de Stephen Frears ( que, por cierto, ya se merece el panteón de la inmortalidad por este título ) alimentaba la idea de que el gusto habla por nosotros, nos define, y que no es moco de pavo armar un compilado de canciones para alguien que queremos. Ahora bien, la argentina " Días de vinilo ", la ópera prima del responsable de " Todos contra Juan ", Gabriel Nesci, va por ese camino: nos habla a -los que sospechamos que no hay nada que nos defina mejor que nuestras preferencias. Es decir, toma la matriz ideológica del film de Frears para contar la historia de cuatro amigos que durante la pubertad fueron ungidos, literalmente, por una lluvia de maná discográfico: Gastón Pauls es un guionista de relativo éxito, autor del libro de una comedia edulcorada de la cual se avergüenza, resuelto a darle un giro más " seriote " a su trayectoria -dicho sea de paso, la aparición de Leonardo Sbaraglia, haciendo de sí mismo y entregándose a la parodia de los arrestos de divismo, es de lo mejor -; Fernán Mirás es un locutor radial, trabajo que le permite canalizar su voraz melomanía; Ignacio Toselli es el integrante de una banda tributo a los Beatles llamada The Hitles ( lo cual da lugar a un chiste rancio que, para colmo, se repite dos veces ) y Rafael Spregelburg (EL actor de "Días de vinilo"; de pie, señores ), un comerciante del marketing funerario, pionero en la creación de jingles para difuntos. Como el personaje de Spregelburg está por casarse, la película utiliza este punto de partida para desplegar sus obsesiones temáticas: la autorreflexión sobre el propio cine,la música y su obvia relación con los clásicos, el juego de las amistades masculinas y los problemas de relación con el sexo opuesto. "Días de vinilo" va por ahí, entonces, en el terreno del afano a John Cusack y cía, y esto no tiene nada de malo, de hecho hay una saludable intención por hacer de su hechura un producto gozoso que haga olvidar al espectador que ahí afuera hay una fábrica de angustias que trabaja a tres turnos y sin francos llamada Argentina. El problema estriba en que se me antoja que el resultado final no logra superar la comedia de situaciones televisiva. Hay una imagen chata, planísima, que no logra eludir nunca el formato y que me lleva a pensar que con un pulido del ritmo y el estiramiento como chicle de determinadas situaciones, estaríamos ante el umbral de otro éxito al estilo " Graduados. " Como en las películas de Tarantino, especialista en esto de robar- con guante blanco, entiéndase - ajenidad cinematográfica para regurgitar su propia sistematización fetichista de la imagen y el sampling, " Días de vinilo " tiene, asimismo, su propio sistema de referencias cinéfilas y musicales. En el primer aspecto, hay un apelotonamiento de plots y chistes ( Nesci es un eyaculador de frases y salidas ingeniosas, todas proferidas para el lucimiento de sus criaturas y no siempre efectivas ) que resiente el resultado final, dilapidado en el trazo grueso y la definición apresurada de determinadas situaciones ( qué sentido tenía en esta trama la inclusión de la sufrida y bonita colombiana-oriental, además de la pertinencia o no del chiste alusivo a Yoko Ono ? ). En el segundo aspecto, hay algo insalvable para quien esto escribe y que tiene que ver con la chusca y convencional referencia musical que recorre el relato,porque es tan "normalizada " la melomanía, que terminamos presenciando un Billiken de las citas musicales para iniciados. Toda la música usada en " Días de vinilo " es de un lugar común tan exasperante, llano, que aquí es donde se nota el afán de sus hacedores por incorporar " una que sepamos todos " al producto. Si estos tipos crecieron escuchando clásicos y absorbiendo intérpretes àla Pacman, me resulta imperdonable escucharlos proferir comentarios de revista Pelo para "iniciados." Esa novatada de resaltar que Clapton escribió Layla en honor a la mujer de Harrison es tan trivial que hasta Capusoto hizo chistes al respecto y ahí, tal vez, esté una de las problemáticas fundamentales de "Días de vinilo": muchachos, la música no se agota en los clásicos. Deberían saberlo ustedes, que denostan el gusto "variado" y pontifican sobre los compilados unidos por una idea rectora. L.C.  
 
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