jueves, 23 de agosto de 2012

TENEMOS QUE HABLAR DE KEVIN

Por Leo Chubelich       
Cuál es uno de los pocos tabúes modernos que parecen sobrevivir en un contexto ya no muy afecto a los mismos? La maternidad. Hoy, la mujer puede no elegir ser madre, suscitando en algunos desconfianza ante semejante alternativa; ni hablar de pensar o sugerir que la maternidad, en su raigambre cultural, pueda presentar un costado siniestro, oscuro. En ese sentido, "Tenemos que hablar de Kevin" searriesga al construir una situación de discordia entre madre e hijo, sin incluir ningún señalamiento moral en la ecuación. La película de Lynne Ramsay (que resurge en la dirección a casi una década de la perturbadora "El viaje de Morvern") plantea el embarazo de Eva (nombre por demás sugerente), calidad de gestante no deseada ni verbalizada por su protagonista aunque explicitada por el film, y el posterior alumbramiento de Kevin, personificación de todos los miedos de una madre; indiferente y cruel, es un psicópata, y esta condición se hace visible en las distintas etapas que retrata Ramsay y que van de la infancia a la adolescencia.
Lo más importante de una película, se supone, es su puesta en escena. Y no existe otro género que refleje mejor la importancia del aspecto visual de un film que el terror. "Tenemos que hablar de Kevin" es una película de terror, y se justifica esta mirada en el extraordinario uso del fuera de campo que hace que lo que se cuenta vaya y venga en el tiempo, entre el presente de una Eva destruida y


los saltos al pasado, fragmentarios y aparentemente desprolijos, que construyen el vínculo a pura prepotencia de montaje. "Tenemos que hablar de Kevin" se convierte así en uno de los trabajos cinematográficos más inquietantes de los últimos tiempos por el uso de los encuadres hipercalculados y una notable utilización cromática, con enclave en el color rojo shocking para la metaforización y motorización del cuento de terror.
Lo que más impresiona de esta obra de Lynne Ramsay es el hecho de que esa construcción compleja llamada Kevin no obedece a ningún mal atávico ni al intervencionismo de elementos sobrenaturales que sindique que el chico es la encarnación misma de lucifer. "Tenemos que hablar de Kevin" desafía a sus espectadores no sólo a asustarse, sino a pasarla mal, a sufrir con lo que se está viendo, y con el agravante de que muchas de las preguntas que uno se hace durante el visionado no obtienen respuestas que nos brinden el alivio de la normalización. Nada peor que las respuestas que quedan flotando en el aire para nuestras mentes acostumbradas a la racionalización. L.C.
 
TRAILER - TENEMOS QUE HABLAR DE KEVIN
La utilización de este enlace no persigue ningun fin comercial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario